sábado, 15 de febrero de 2025

OLORES Y AROMAS...que el COVID se llevó

 

Olor a petricor
aroma a petricor un agosto en Madrid según IA


 - Colaboración de M. Regalado


Desde mayo de 2024, tras pasar una infección por COVID, me ha abandonado mi sensibilidad olfativa. 
Y no es algo baladí; ahora me pierdo aquellas sensaciones:

Madrid huele hoy...

Esta mañana... la luz era más tenue en Madrid. Por la ventana de mi cuarto entraba un grato frescor que de madrugada había conseguido que, incluso entre sueños, buscara la sábana superior de mi cama para arroparme con ella. Cuando desperté, un aroma fresco de lluvia me inundó al salir a la pequeña terraza. Me demoré unos minutos mirando la calle -de nuevo casi seca- y aspirando el aire con sus perfumes nuevos y casi olvidados después de meses sin lluvia: 

El inusual y delicioso petricor.

Con estos estímulos, abrí el mando de la ducha mientras la cafetera cumplía con su quehacer diario.
El agua se deslizaba tibia aclarando la espuma que me envolvía cuando ya un aroma, no por habitual menos grato, llegó hasta mí. Era el aviso. El modo en que la cafetera me hacía llegar desde la cocina su invitación al primer desayuno del día.
La hice esperar. Me espera el tiempo necesario. Antes, unas ráfagas de secador pusieron mi pelo a punto. Y ahora ya sí me encaminé hacia mi primera cita diaria con el placer de un café recién hecho. Disfruto casi con voluptuosidad de ese primer café. Y no estoy segura si es su sabor o su aroma quien lo consigue. Lo cierto es que antepongo ese momento al de finalizar con mi atuendo para comenzar el día.

La ducha y primer café. No se me ocurre ninguna otra actividad que aporte más energía para abordar el día que comienza.

Pero los aromas siguen acudiendo. Elijo uno fresco, que huela a hierba, o a mandarinas, o a té verde, o...y lo elijo en su forma fluida e hidratante para repartirlo por mi piel. Y después en forma líquida para atomizarlo en aquellos puntos donde el pulso late. Y el atuendo con que a continuación me cubro se impregna, al contacto, con ese aroma fresco que ahora es el mío.

Una ojeada al reloj hace que ya me apresure o llegaré tarde.

La calle me recibe con su olor a mañana. Sea cual sea el marco en que me hallo, el olor de la mañana cuando comienza es mi preferido. Ni un solo día pasa desapercibido para mis sentidos. Y no me ocurre con ninguna otra hora del día. No percibo de forma consciente el olor “a tarde”, ni el de las horas primeras de la noche. El olor “a mañana” es especial. Incluso en mis días de vacaciones -playa, montaña, país extranjero- me levanto para salir a la calle mientras el resto duerme, y aspirar el olor “a mañana” de un sitio distinto al habitual. Y cuando vuelvo, además, lo hago ya con un olor nuevo, el de las noticias, el del papel impreso que también me atrae de forma especial. (Con frecuencia, cuando nadie mira,  acerco mi nariz al periódico o al libro que leo).

Sí, el olor “a mañana” es especial.
Es como si cada uno de los olores se me ofreciera en su singularidad y a la vez se reunieran conformando uno solo en envolvente armonía. Es un placer olfativo que solo se me ocurre asimilar al que al oído le proporciona la audición de un bello concierto: Escuchas con deleite inadvertido el sonido de cada instrumento, mientras te envuelves consciente en el resultado de la reunión armónica de todos ellos.

Hoy he elegido caminar hasta mi trabajo. Dejo que el autobús se marche. Quedan pocos días de este mes de agosto para que, sin darte cuenta, el olor “a mañana” dé paso en no más de una hora al desagradable de cientos de tubos de escape emitiendo al unísono sus malhumorados gases pestilentes. Tampoco elijo el “metro”. Su olor se sitúa en el extremo opuesto al olor “a mañana”. Ni siquiera podría tildársele de malo. Es... distinto, extraño, no podría definir ese olor. ¿A qué olerá el “metro”?

 (M. Regalado, un muy antiguo 28 de agosto) 

martes, 11 de febrero de 2025

El tiempo viene, el tiempo va

tempus fugit
tempus fugit


Sobre todo, se va, sin remisión, inexorable.

Ya lo cantaba Manrique, ya lo lloraba Quevedo.

¡¡Como para no llevar la cuenta de su fugacidad!!

Me interesan algunas expresiones al respecto: “vivir el presente”, “el futuro no existe”, “perder el tiempo”, “malgastar el tiempo” …

Me voy a detener en la PÉRDIDA.

Creo que la magdalena de Proust es un buen ejemplo: mojada en el té evoca recuerdos guardados en la memoria del protagonista a través de su olfato.

Y perdemos tiempo con el pasado, abstraídos con lo que fue y ya no será, por más vívida y lúcida que tengamos la capacidad cerebral para traer y atraer lo pretérito.

Pero es muy legítimo, personal e intransferible la percepción que cada uno tiene del tiempo. Y a ciertas edades, es de lo poco que nos queda: el tiempo. Escueta la temporalidad vital.

tiempo vuela
el tiempo vuela

Por eso defiendo la idea de “perder” como sinónimo de malgastar los minutos y las horas, los días de cada uno.

Reivindico el extravío no como nostalgia de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sin añoranzas ni melindres. Abomino del esfuerzo tan actualísimo de un carpe diem estresante: “concéntrate en el aquí y ahora, disfruta del momento, vive como si no hubiera un mañana” … ¡qué trabajera! Acabo agotada de tanta intensidad presentista.

A mis años -y a los de cualquiera- es de justicia, porque yo lo valgo, DECIDIR. Y ahí es donde radica el ser esencial: decidir con quién estar, dónde, cuánto, cuándo y cómo. Decidir a quién se dedica el cómputo del tiempo; yo me pienso dueña y señora de ese acto volitivo y libérrimo. Y si quiero perderlo, me asiste mi derecho.

En mi tiempo mando yo, pero aquí entra en conflicto la dimensión social del ser humano. Existen ciertas obligaciones y ciertos compromisos que implican alguna responsabilidad temporal, difíciles de evitar.

Ahora bien, si yo cedo mi tiempo a algunas de esas circunstancias ajenas, lo mínimo que exijo es correspondencia: que no me aturullen con insensateces, que no ocupen mi concesión con nimiedades, que agradezcan esa largueza mía personal, porque, en definitiva, es mi tiempo, y yo sí lo puedo perder, pero no consiento que los demás decidan cómo malgastarlo.
tiempo oro
el tiempo es oro / mi tiempo es oro

sábado, 8 de febrero de 2025

La nostalgie heureuse o “natsukashii”

amelie nothomb

Una gran sorpresa este título de Amélie Nothomb, y eso que nos tiene acostumbrados a sobresaltos con sus novelas cortas o relatos extensos.

Concentra la acción en pocas páginas, o la inacción, más bien.

Asistimos a un viaje en el tiempo y en el espacio a su añorado Japón y acompañada de un equipo de televisión que va a filmar imágenes sobre sus recuerdos durante su estancia hace más de 20 años en ese país donde se educó, creció y conoció a su amor, que la recibe con afecto “nostálgico”. Sin tristeza, con felicidad: “natsukashii” es el término que mejor define esta sensación mezclada de emociones y vivencias pretéritas. No hay nostalgia triste en Japón. La propia autora, protagonista de este itinerario a su pasado, desde su presente de escritora consagrada, se sorprende de sus memorias, se inquieta al revivirlas y se sobrepone en una sucesión de escenas que viajan como ella en tren visitando ciudades, lugares y espacios conocidos.

Quizá leer este libro en francés contribuya a sobrevolar la personalidad de una autora peculiar. A mí me ha gustado.

miércoles, 5 de febrero de 2025

I Congreso Internacional "Aventureras en la lengua, la literatura y la cultura"

aventureras lengua literatura cultura oviedo

La semana pasada se celebró el I Congreso Internacional del Grupo de Investigación Ventura, titulado Aventureras en la lengua, la literatura y la cultura

Nos reunimos en la Facultad de Filosofía y Letras de la universidad de Oviedo especialistas en Filología, Lingüística y Cultura para reflexionar sobre la presencia, la agencia y las subversiones de las voces femeninas en la historia cultural y literaria europea. El programa contó con relevantes conferencias, paneles temáticos sobre literatura, traducción, arte y feminismo, además de sesiones dedicadas a las aventureras en la disidencia cultural.

Destacan las intervenciones dedicadas a escritoras solapadas a lo largo de la historia por el dominio de un patriarcado que las escondió y cuya vida y obra molestaba y escandalizaba. Fue el caso de la presentación por parte de Pilar Úcar: Judith Teixeira, el talento de una poeta portuguesa “demonizada” en su tiempo y hoy rescatada del olvido

Es justo reconocer el valor de la personalidad literaria de esta poeta que vivió a finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Se analizó su obra en prosa y la producción poética, desde una perspectiva actual para entender el solapamiento al que se vio sometida por su vida personal y su valentía en la escritura que provocaba miedo al reflejar situaciones personales y colectivas comunes a otras mujeres como ella, siempre vigilada socialmente, en una época que marcaba importantes y rígidos límites a mujeres consideradas “distintas” al modelo convencional.

viernes, 31 de enero de 2025

Tres poemas de María Antonia Ricas Peces

Libro Menhir Maria Antonia Ricas - Poemas


 “Firmas Invitadas”, nueva etiqueta del blog, se estrena por todo lo alto:  María Antonia Ricas Peces, Profesora y Escritora con cerca de una treintena de libros publicados y numerosos premios literarios en su haber, ha aceptado amablemente la invitación a inaugurarla y nos regala tres poemas de su libro MENHIR.

Gracias, María Antonia.



Hombre y mujer mirando a la luna
De Caspar David Friedrich 
Hombre y mujer contemplando la luna
Hombre y mujer mirando la luna 


Breve brisa cubriendo
el espacio de ser contigo,
de reposar mi brazo en tu hombro
y contemplar. Hemos andado
el camino de otoño
entre los árboles.
Conversábamos
acerca de los días
todavía ignorados;
éramos jóvenes y des-
atendíamos a las mudas
de las estaciones.

No se trata del miedo
o contener 
una velocidad 
sin retorno posible.

Nos detenemos y miramos
la Luna
por el puro placer
de verterse en el tiempo
de la contemplación.

La Luna va subiendo al lado
de Júpiter y nos callamos
porque yo sé qué me dirás
antes de hablarme y tú
me reconoces dentro.

Esta sencilla forma
de ser juntos.

Qué deseo le pediremos
a la Luna.

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IV
Próspera, decidida, la cala
crece hasta el tejido blanco, ciñe
una espiga amarilla, varón,
sexual señuelo.

Crece derecha, tan convencida
de espumarse en la ocasión exacta.
Parecida a la parthenocissus,
no se cuestiona
ni su visibilidad ni olvida
seguir al sol,
e ignora qué es
la transparencia.

La misma transparencia al cruzarte
con los hombres jóvenes y hermosos.


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Estoy esperando al rocío
seleno,
Herse, regaladora, me habla
mientras me humedece. Poseo
la edad para entender
su idioma,
beber el licor blanco
y dejar de medir la carne
que me sobra. Estoy esperando
al rocío
no sólo por paladearlo,
por si luego llega la lluvia,
por si de verdad disfrutase
del presente,
su cartílago plateado,
leves filamentos de hielo
que no queman,

Puedo tejer con ellos
una corona para mí,
para Herse
y para las mujeres
que se han vuelto impalpables.

martes, 28 de enero de 2025

¿Qué hacemos con las palabras?

 

palabras

Palabras y más palabras: la palabra proferida, la silenciada, la palabra traducida y la interpretada. Esa palabra que nos ahoga…
Escuchamos palabras, muchas. 
La palabra fija realidades, tiende puentes y quiebra barreras. 
Hablamos y lo hacemos desde nuestras entretelas; creamos redes verbales llenas de sentimientos, afectos y desencuentros. La palabra pronunciada a voz herida, la que se escapa a puro grito y la que clama reflexión.

Contamos sentires y expresamos quereres; la palabra que entendemos y la que nunca llegaremos a comprender.

El abismo entre la comunicación o la ignorancia. Somos seres sociales y necesitamos establecer canales: el lingüístico, imprescindible, y el cultural, sin lugar a dudas. Ahí tenemos el binomio abierto por el que se escapan ideas, prejuicios, deseos, pensamientos, ilusiones y vida.

El ser humano posee la capacidad de desarrollar estas coordenadas con el fin de aproximar al otro, y así facilitar la sonrisa facial, reflejo del entendimiento mutuo.
En alguna ocasión he hablado del papel mediador que cumplen traductores e intérpretes. De su relevancia en la actualidad; resulta necesario traducir e interpretar textos, informes, discursos, acuerdos y resoluciones, mensajes privados y consensos colectivos.

Mucho se nombra el cliché de la “torre de Babel” y la imaginación febril de quien suscribe estas líneas se desboca provocando fotogramas caotizados en un batiburrillo de márgenes sin definir, un totum revolutum cuya confusión solo conduce al marasmo.

Si ya Alfonso X en sus famosas Partidas animaba al estudio y al trabajo conjunto entre discípulos y maestros, o Cervantes instaba a la impresión de libros en su obra canónica, si el Padre Benito Feijóo se esforzaba denodadamente por desterrar supercherías o José Cadalso describía viajes y costumbres, sería porque ellos entre otros muchos algo sabían de tradiciones, cultura e idiomas…cada uno en su género, desde su esquina literaria: leyes, teatro, novelas o cartas.
Fueron algunos de los pioneros que anhelaban la luz en ese galimatías que provoca el fruncimiento de quien ignora los entresijos de mensajes imposibles de descifrar.


Por eso, hemos de pensar en una lengua con palabras; dicha afirmación no debe considerarse perogrullada. Traducir e interpretar consiste en emplear la palabra como portadora de la idea: única llave para abrir y explicar conceptos, para visualizar obras y acciones, para testificar a los demás lo material y lo espiritual. Quevedo, Montaigne, Unamuno…versaron y fabularon con palabras plenas de verdad, crearon mundos propios de la naturaleza humana convencidos de que el hombre lo es por la palabra, auténtico y genuino instrumento para mostrar nuestra propia forma de percibir el mundo, por lo tanto, el reflejo cultural de una sociedad en un momento determinado.

París acoge una institución, en la que he impartido varias conferencias hace unos días: el antiguamente llamado Institut Supérieure d’Interprétation et de Traduction (ISIT), que hoy recibe el nombre de Institut de Management et de Communication Interculturels.

Muy interesante si analizamos la nomenclatura actual según lo que venimos contando.

Creo que no es muy arriesgado afirmar que la palabra es mitad de quien habla y mitad de quien la escucha: “et voilà”: traducir e interpretar consiste en transmitir, avanzar en el conocimiento del otro y de su contexto, es decir, descubrir sus particularidades e ir más allá de la “aldea”, para evitar el etnocentrismo y provocar sinergias, movimientos continuos entre emisor y receptor, llegar a los demás en su más amplio sentido.

Para la interpretación se precisa un nutrido bagaje cultural, una buena dosis de intuición, de creatividad, incluso ciertas dotes de improvisación en tiempos de globalidad, una época de ausencia de fronteras idiomáticas en que traducir e interpretar favorece el vínculo entre diferentes modelos de sociedades, que se manifiestan por medio de su lengua; la misma expresión “cultura velada” (hidden culture) refleja la imposibilidad de transmitir una lengua sin hacer continua referencia a la cultura de sus hablantes.

La palabra que une, siempre, la palabra serena que conduce a la paz.

Ojalá que estas palabras no se las lleve el viento y permanezcan en nuestra memoria y sobre todo… en el corazón.

sábado, 25 de enero de 2025

Hoy he vuelto al metro...


Metro Madrid

Después de varios años sin bajar al subway, hoy me he decidido y he hecho una inmersión por el underground madrileño.

He comprobado lo fácil que es viajar con una tarjeta, que lo mismo sirve para el bus que para el metro con múltiples posibilidades de pago…y lo amable que es el personal que atiende a una sesentera, rubia y tonta como yo que ha dejado de estar en la circulación viaria durante algún tiempo.

Llevo en Madrid casi 40 años y nunca he conseguido aprenderme los números de las líneas, solo me guío por colores…gran problema si fuera daltónica.

Así que entro en la (línea) gris, la circular y ¡ojo! si la tomo en una o en otra dirección.

Observo que todo el mundo va con su móvil menos yo, que, a buen recaudo en el bolsillo con tapa y botón de mi abrigo, lo dejo quieto.

Y empiezo a mirar, sin pudor divino y con osadía humana a diestro y siniestro. Con los ojos de la cara y con los ojos de la inteligencia.

¡Qué diferentes somos los blancos y los negros, los amarillos y oliváceos…! Un gran crisol de gente, una amplia paleta polícroma, un auténtico espectro de humanos. Mascotas no encontré, pero recuerdo y me consta que haberlas haylas y suben a los vagones.

Pijas universitarias con melenas bamboleantes, universitarios flowerpower con tupés al viento, chándales y zapatillas de colorinchis, eslavos, dominicanos, vietnamitas, ecuatorianos, alemanes, angoleños y cameruneses…sí, por mi edad y mi trabajo, he llegado a diferenciar e identificar, con escaso margen de error, su origen propio y familiar. Otra cosa es que nos engañe la pupila y confundamos el ser con el nacer.

Madrid y el Metro
Mucha población autóctona que viaja gratis en el metro por superar los 65. Bolsas, mochilas y móviles, gran cantidad de sonidos, pitidos, conversaciones, canciones que escupen las pantallas electrónicas.

Decido usar las escaleras mecánicas: no quiero obedecer a mi hematóloga y practicar los steps subiendo a pie. Veo la zona del desfibrilador: bien, just in case.

Para volver a casa, repito, pero al revés, mi camino subterráneo y me da la sensación de que el viaje transita más rápido; paradas y más paradas…18 minutos bajo tierra mirando y mirando más.

Cejas muy depiladas: quizá siempre se han depilado mucho, pero ahora ya no hay distingos en cuidados de belleza entre unos, unas y unes. Uñas limadas y decoradas para ellos, ellas y elles.

Atuendos indefinidos que lo mismo sirven para los chicos, las chicas y les chiques.

Nuestros políticos, nuestras políticas, nuestres polítiques deberían darse un paseíto por el metro y ver con los ojos de la cara y con los ojos de la inteligencia (si les alumbra) la realidad. Que no es una, es mucha.

Quizá ya lo saben…pero faltan ganas y actitud.

martes, 21 de enero de 2025

La palabra y la fábula


La cigarra y la hormiga - fábula

La fábula es una composición literaria protagonizada principalmente por animales, de cuyas peripecias se deriva una moraleja.
Muchos han sido los famosos que han cultivado esta forma de escribir y de enseñar, lo de divertir (docere et monere dieciochesco) está por ver.
Lecciones de vida que la literatura se empecina en expresar para adoctrinar.
En la película Los lunes al sol, hay una escena memorable interpretada por Javier Bardem en la que para dormir a un niño del que cuida esa noche, lee la fábula de La cigarra y la hormiga.
Y él, hace una exégesis a modo de panegírico marxista reivindicando la alegría de vivir de la cigarra y deplorando la actitud especuladora de la hormiga, tan “hormiguita” ella.
A Esopo también se le atribuye la fábula de La rana y el escorpión muy repetida en especial por narradores orales africanos con ciertas variaciones en la elección del animalario según coordenadas geográficas.
En ambos relatos predomina la conversación sencilla, la interacción entre los personajes basada en pregunta y respuesta, un vocabulario muy simple, y la estructura sintáctica a modo de estribillo con escasos nexos y pocas subordinaciones.
La enjundia hay que descubrirla al final, en la moraleja, muy breve, un auténtico despliegue de conceptismo consistente en reconvenir al respetable -ignorante e infantil- advertirle de su estulticia e inexperiencia, so pretexto de autoridad fingida, sabia y madura.
Ahora que estamos a principios de año tan pletóricos y llenos de deseos, sería bueno psicoanalizar a cada uno de esos animalitos, tan dulces y dañinos, tan tóxicos y enmascarados, pero nunca ingenuos, e invitarles a que sigan tocando la guitarra, almacenando el grano, o cruzando la charca, pero sobre todo, dar un puntapié al escorpión, alacrán y cocodrilo para que se hundan definitivamente, sin posibilidad de picar.

sábado, 18 de enero de 2025

El eslabón perdido de la pedagogía jesuita

 

el eslabón perdido de la pedagogia jesuita
"A partir de la publicación de El eslabón perdido de la pedagogía jesuita, de Alberto Núñez, esta mesa de conversación en la que también participarán Diego Garrocho, Pilar Úcar, Ignacio Amestoy y Valerio Rocco, reflexionará sobre el futuro de la educación universitaria en una línea ya explorada en estos últimos años del Círculo de Bellas Artes en relación a la pedagogía, la tradición y la innovación.
Libro

Este libro nos sumerge en la rica tradición educativa de la Compañía de Jesús, con sus cinco siglos de historia, y nos invita a redescubrir las claves de la Ratio studiorum, el pilar de la pedagogía jesuita. A partir de esta herencia, Alberto Núñez Fernández SJ ofrece una nueva mirada adaptada a los desafíos actuales, sin perder el espíritu original inspirado en los Ejercicios Espirituales. Con una visión integral, esta obra busca actualizar y renovar el legado educativo jesuita, manteniéndose fiel a su carisma y respondiendo a las necesidades del presente."

viernes, 10 de enero de 2025

"Que fluya..."

Fluir
No es la primera vez que escribo sobre esta expresión tan popular y para mí, tan “impopular”. 
Me molesta sobremanera la falta de precisión, la ambigüedad; para los que
fluyen no existen los límites ni los contornos, casi todo se desdibuja y se deja al albur del universo, del devenir, de la suerte o más bien de la responsabilidad ajena, del compromiso de los otros que son quienes rematan los flecos, acaban la labor y permiten
que el resto fluya.
“¿Qué hacemos el próximo fin de semana?” Ufff, que fluya…
“¿Qué le compramos a Manolo?” Hummm, que fluya… “¿Hablamos del presupuesto?” Eh, eh…que fluya…
Suma y sigue.
Y así se les va la vida, en un puro fluir. Preguntas sin respuesta: vaguedades no
pactadas, poco riesgo y ningún acuerdo.
Los que fluyen argumentan un falso presentismo, un espurio “aquí y ahora” tan
instantáneo que no perciben la proximidad del prójimo para poner pies y patas al
“sindiós” que crean. Ese carpe diem tan clásico, lo han adulterado en la actualidad; lo han tuneado para sus propios intereses, pocos y melifluos, la verdad.
Si no es bueno ejercer un excesivo, desmedido y obsesivo control, no es mejor practicar una improvisación desmadejada, displicente y presuntuosa.
Lo dicho: menos mal que unos “no fluyen” para que otros fluyan: hasta el día que todos nos decidamos a fluir (una forma muy sutil de hacer la peineta) y el marasmo nos colapse.

miércoles, 8 de enero de 2025

Imposible decir adiós... imposible parar

 

Hang Kang - Imposible decir adiós
Comienzo un nuevo libro de Han Kang, ¿para pasar el rato? Imposible, como ya lo anticipé en mi anterior reseña, leerla es un no parar.
Podría parecer un título de amistad. Podría parecer un título de encuentro. Podría parecer…solo eso, y ya es mucho, “podría”.

Con la última Nobel las posibilidades se multiplican “ene”.

Dos amigas que han trabajado juntas en Seúl haciendo reportajes fotográficos y socioantropológicos, se encuentran. Dos protagonistas que dejan de serlo cuando una de ellas -convaleciente en una clínica especializada en injertos y trasplantes- le pide a la otra que acuda a la isla de Jiju a dar de comer a la cotorra que cuidaba con esmero materno.

Y hasta ahí, la anécdota. Y hasta ahí los dos personajes principales. Se inicia un viaje exterior e interior, temporal de nieve, ráfagas de viento, soledad y silencio, noche cerrada, transporte caótico hasta llegar a la casa donde el animalito ha fallecido. 
Un camino a trompicones, caídas, heridas físicas y mentales, una palmera casi animada, un bosque tenebroso, un arroyo seco, nieve y más nieve. Claustrofobia e incomunicación.

El relato de la autora surcoreana nos cuenta la historia de su país desde 1948. Masacres, mina de cobalto, muertos sepultados, monte Halla, refugio de insurrectos, incendios de aldeas, devastación y horror, tortura de familias enteras.
A través de retazos atados con cordeles de algodón, surge un país al que los ojos y oídos de Han Kang dan la memoria: aterrada, arrepentida, resignada y comedida. El lector confunde en la línea de la noche que no termina de clarear sueños y pensamientos, conversaciones e imágenes, presencias y cadáveres. No es fácil adivinar si se trata de un cuento real o de la realidad contada con tristeza, con flecos de reconciliación incompleta.
Pero siempre domina la fortaleza y el aislamiento.
En ese lugar tan apartado y tan abandonado… ¿Estamos en Corea? Inevitable el recuerdo lacerante de otros tantos países dolientes en la centuria anterior.

lunes, 6 de enero de 2025

Nadie me invitó a un café

 

Invitar a café

En 2018 realicé mi última estancia investigativa en USA.

Ya sé eso de “nunca digas, nunca jamás, ni de esta agua no beberé, ni ese cura no es mi padre” … de acuerdo, pero hoy por hoy, mis ganas, mi pretensión, mi deseo de volver a ese país, diría que son entre cero y menos cero, o sea, nulas.

Más allá de la que se nos viene encima con el nuevo presidente (y no me refiero a Donald, sino a Elon -Kekius Maximus en X-), no me ofrece nada un país tan descarajao, inmerso en un merdel que nos va a afectar al resto. Así que ... pies para qué os quiero, sálvese quien pueda.

Fui invitada por la Emory University a desarrollar un proyecto de investigación en Atlanta (Georgia). Yo era una blanca muy blanca entre una gran población de supremacistas, tan blancos como yo o más.

Una de las primeras advertencias que me hizo la colega con la que iba a trabajar era: “Pilar, aquí, no te van a invitar a un café; ni a un café ni a nada; da igual que seas profesora invitada, blanca, doctora, europea y de Madrid. Eres mujer. Así que para evitar “misunderstanding”, nadie te va a brindar una bienvenida ni te van a agasajar como alguien de fuera. Si quieres café, te acercas a la máquina de vending y te lo compras tú” (sic). Puse cara de búho con ojos de besugo y no dije ni mú.

Comprobé que no me invitarían ni hombres ni mujeres, ni queer ni nadie del colectivo LGTBIQ+ (creo que no me dejo a nadie).

Y me explicaron que se han producido situaciones muy incómodas cuando alguien, sobre todo, un hombre, invita a tomar un café (insisto, café, ni carajillo ni gin-tonic, ni copa ni nada: cero alcohol) a una mujer, ya que puede abrigar intenciones aviesas, acosadoras, de machirulo y provocar una ofensa mayúscula de la fémina que lo lleve a la corte suprema.

Cuento este ejemplo sintomático de cómo andan por allá.

Bien es cierto que mi economía me permite adquirir un café, una botella de J&B o varias copas de Moët Chandon en un reservado privadísimo del club más selecto de Nueva York. Tomar un café es un gesto de acogida, de compañía, de saludo sin más y, si alguien advierte intención torticera, que se lo haga mirar.

No van a ganar para terapia.