Mostrando entradas con la etiqueta Opinión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Opinión. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de marzo de 2025

Las jergas profesionales

¿Por qué las jergas profesionales nos resultan tan difíciles de entender?

el laberinto de las jergas profesionales

En la consulta del hematólogo, el médico nos dice que “como principal complicación en postrasplante precoz se presenta EVOH-SOS leve, resuelto con defibrotide y tratamiento diurético. Prendimiento granulocítico en el día +24 y plaquetario del +42”. “O sea, que me voy a morir, piensa uno.

Leemos en un titular la noticia económica acerca de la OPA hostil que va realizar una empresa. Se nos dispara la imaginación y no sabemos si cierran esa compañía y sus empleados van al paro, si la trasladan de sede o nos va a invadir algún enemigo.

“La calibración de esa pieza depende de su desviación y habrá que hacer un análisis de la tolerancia dimensional y verificar su acabado superficial”. Así leemos en el manual de instrucciones del coche que nos acabamos de comprar. Y estamos a punto de devolverlo.

Que alguien me explique qué quiere decir todo esto. No entiendo nada. Groucho Marx en Una noche en la ópera caricaturizó lo enrevesado del lenguaje jurídico-administrativo con su famosa interpretación: “Eso sí que no me gusta nada. Nunca segundas partes fueron buenas. Escuche: ¿por qué no hacemos que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?”

Con este ejemplo cómico se hace patente la ininteligibilidad de muchos de los mensajes que recibimos en relación a los lenguajes específicos o especializados, es decir, lo que conocemos como las jergas profesionales. Normalmente, se nos escapa casi por completo o en su totalidad su contenido.

Comprender los términos de una hipoteca

Cualquiera que haya solicitado un crédito o haya alquilado un piso, leído un informe médico, escuchado una noticia sobre los avances técnicos o desee pedir una hipoteca, se habrá encontrado con que no todo lo que escucha, lee o firma le resulta de fácil comprensión.

Parece que nos advierten que el lenguaje dedicado a la administración y a la jurisprudencia, a la medicina, a la técnica y a la economía y las finanzas va dirigido a unos pocos. ¿Por qué cuesta tanto captar esos mensajes? ¿Por qué resultan oscuros y crípticos como si fueran jeroglíficos egipcios?

Quizá son los profesionales de cada una de esas áreas quienes se entienden entre sí y el resto queda al margen de su comunicación, apartados y sin posibilidad de participar.

la dificultad de comprender las jergas profesionales

Podríamos pensar que bajo sus mensajes se oculta una intencionalidad, ficticia o real, que dificulta e impide desentrañar el contenido, o quizá ocurre que solo son capaces de expresarse como lo hacen, según lo han aprendido y practicado en su quehacer diario, o tal vez sean lenguajes, no para legos ni profanos en la materia, sino para especialistas en cada uno de los ámbitos particulares.

¿Nos quieren ocultar algo?

Por tanto, cabe preguntarse, ¿se aprovechan del dominio del lenguaje tan específico? Las disciplinas profesionales se parapetan en la monosemia del léxico que utilizan, es decir, en el significado único de cada palabra, sin metáforas ni simbolismos ni connotación personal. Pero, ¿pretenden ocultar algo?

Parece que los lenguajes específicos desvirtúan la realidad, la quieren sustraer, camuflar o solapar; casi siempre subsiste un aire de engaño y de presuposición de ignorancia por parte del receptor. Ahora bien, sus propios usuarios nos aseguran con tajancia y rotundidad que se trata de una forma de expresarse objetiva y neutra.

Deberíamos empezar a perder el miedo a preguntar y pedir que aclaren o expliquen lo que no llegamos a entender. No debemos pensar que la dificultad de comprensión eleva el rango ni la jerarquía a la persona que lo usa. La profundidad de un mensaje se ha de transmitir de manera clara y asequible y esto no significa perder categoría profesional.

Todo ello implica una comunicación con términos sencillos y una redacción sin complicaciones sintácticas para transmitir la idea de forma directa, sin ampulosidad ni ambigüedad.

El uso de las siglas sin referencias, el predominio de la puntuación en las frases cortas y sin verbo, la excesiva nominalización, extranjerismos y latinismos han resultado ser algunas de las principales trabas que hacen de estos lenguajes específicos algo poco accesible y atemorizante.

Iniciativas para facilitar la comprensión

En este sentido, observamos que existen ciertas iniciativas como el Plain language, en los países anglosajones, o el Programa Finanzas para todos, por ejemplo, de cara a facilitar y acercar dichas jergas a la mayoría de hablantes para su comprensión y entendimiento.
Y "ADICAE - Consumidores Críticos, Responsables y Solidarios", se explica muy clarito en este "DICCIONARIO FINANCIERO - PARA QUE NO TE TOMEN EL PELO"  que puedes consultar pinchando en el enlace o en la propia imagen.
Diccionario financiero para que no te tomen el pelo

Debería existir un esfuerzo conjunto entre los profesionales de sus áreas específicas y el usuario del lenguaje estándar empleado por cualquiera.
Conviene clarificar en los diccionarios con definiciones sencillas y asequibles para todos y enseñar no solo desde los niveles más escolares el vocabulario técnico para adquirir cierta familiaridad con sus rasgos propios, sino también permitir, favorecer y proponer el aprendizaje transversal de dichas jergas profesionales a los estudiantes universitarios en cada una de sus titulaciones.
También podría interesarte: La palabra y la ortografía navideña

martes, 11 de marzo de 2025

“Vivió como siempre quiso…”

 

La sombra de la mujer opacada
imagen generada con IA

Cuántas veces hemos leído y escuchado esta frase en el obituario de alguna mujer famosa. Como si no hubiera muchos más datos que añadir, esta afirmación sirve para decir mucho o poco de la finada, según se mire.

Nunca la he visto aplicada con el mismo sentido a ningún varón, y a poco que analicemos las entretelas, deja al descubierto todo un imaginario misógino propio de machirulos. Y también van encubiertas no pocas féminas en esta categoría.

Cuando una mujer, casada, sacramental o civilmente se separa con algún hijo a cuestas, le caía la mundial, en aquellas décadas de grisura social y cultural: a ella le correspondía ser la donna angelicata, y la almohada del guerrero que con escafandra de una indómita lucha laboral volvía al hogar a reclamar lo suyo.

Hubo algunas mujeres que se atrevieron a poner pie en pared, y a decir, que nanay, que cada uno en casa apoquina lo correspondiente. ¡Qué adjetivo tan manoseado!

-Ella vivió como quiso... después de cumplir con las expectativas de todos los demás
-Él vivió como quiso... el mundo le enseñó que la libertad era suya por derecho. .

Ese prefijo CO- de corresponsabilidad, colaboración, coparticipación se fue a la “poubelle” que dirían los franceses.

Si una fémina decide que, hasta aquí, que basta de machaque, es percibida como una visionaria, una adelantada, alternativa, innovadora…vamos, que rompe moldes y ¡¡ay, diosmíoquévaserdella!! (así, pronunciado del tirón, todo seguido).

Se trata de mujeres que antepusieron su bienestar propio, su dignidad y su capacidad decisoria frente al pánzer masculino que todo lo aplastaba y que a todas o a casi todas domeñaba.

Una mujer separada, soltera, viuda, casada… que sale y entra, sube y baja, hace lo que quiere solo está ejerciendo su derecho a ser y a estar. A ser ella misma y a estar donde quiera estar.

Ocurre que son casos de mujeres avezadas en recibir improperios y latigazos físicos y psicológicos, que salen en la pantalla y en los medios, de las que nunca nos habríamos imaginado con unas vidas amordazadas y que rompen moldes porque necesitan y quieren vivir ellas por sí mismas.

“Vivir como siempre quiso” alude casi siempre a un libertinaje mal entendido, a un salirse de los márgenes establecidos, a hacer de su capa un sayo y luego la encumbran en el pedestal de autonomía y autoafirmación. Cuanto prefijo AUTO- socavado y escondido.

Ellas vivieron como pudieron, como las dejaron…no sé si tanto como quisieron.

Hacer uso del derecho a ser persona no es “vivir como quiso” es vivir como corresponde a todo ser humano.

martes, 18 de febrero de 2025

De principios y axiomas: esa frase tan...

principios axiomas
conducir perpleja, ocupada y casi preocupada

Estos días invitan a pensar, bueno algunos humanos piensan y otros seres vegetan.
Salir a la calle y cruzarse con desconocidos, usar el metro y compartir vagón, hacer la compra y esperar en la cola de la caja…y la cabeza empieza a rodar y a darle vueltas a esa frase que escuchamos en la tele, por ejemplo, o que leímos en Facebook, o que alguien avispado y ducho en el lenguaje y sus juegos profirió en una conversación pretendidamente amistosa y relajada.
Es lo que tiene la familiaridad entre amigos, que una puede permitirse cierto aire de “impertinentuca” y no estar prevenida para el zasca que en modo bumerán recibe.
Hace muy poco he escuchado una de esas frases que me ha tenido ocupada y casi preocupada durante mis trayectos en coche por la M40 (y mira que llevo la radio encendida, pero al final es un telón de fondo, un runrún musical que me sirve para evadirme).
Aquella frase consiguió apoderarse de mis dendritas: “en la vida hay que tener principios y no axiomas”. ¡¡Toma ya!!
Así, de buenas a primeras, suena bien, como dicen los comunicadores en los medios de información; a mí me resulta lapidaria, casi grandilocuente, de manual de jurisprudencia, pero lo suficientemente atractiva como para concederle al menos los kilómetros que me separan de la universidad a mi destino doméstico.
Definir axioma tiene que ver con rotundidad y tajancia, algo tan “evidente que no requiere demostración”, obvio, diríamos.

Aquella frase consiguió apoderarse de mis dendritas: “en la vida hay que tener principios y no axiomas”.

Estamos rodeados de axiomas, de evidencias y de obviedades parece ser y ahí seguimos peleando por lo diferente, lo singular, lo peculiar…
Y la dichosa frasecita de marras que hoy ocupa estas líneas seguía así, “objetivos y no planes” aseguraba mi interlocutor. Por lo tanto igualaba o casi, principios a objetivos y planes con axiomas.
Seguía mi trayecto –atascado- por carretera con el acumen casi derretido como la sesera quijotesca…
Quizá el sabio que afirmó ese enunciado estaba pensando en que conviene tener las cosas claras acerca de lo que cada uno cree y quiere.
Puestos a hacer cadeneta como en aquellas clases de costura, vamos tirando del hilo y enjaretando palabra tras palabra que no sabemos muy bien hacia dónde nos conducen; tal vez al puro placer de la conversación y diálogo.
Porque a la frase inicial hemos añadido acciones de creer y querer para intentar explicar el sentido primigenio de los vocablos que han provocado este desvarío simulado.
Parece que eso de tener planes, proyectos e ideas no es buena cosa del todo por si pueden derivar en cuentos de lechera; en cambio, desarrollar objetivos supondría realizar y moverse por un fin y un motivo.
Principios y objetivos que guíen el comportamiento presente y futuro pero sin planes fantasiosos y detallados que solo generan frustración, sin maximalismos bajo el pretexto de autenticidad, continuaba el ejecutor de la frase ponzoñosa…
Y sigo perpleja con este exordio que me causa, cuando menos, duda, y ya veremos si no confusión y desencanto.
Todo el preámbulo anterior puede resultar un buen planteamiento, tan válido como otro cualquiera para repensar nuestros objetivos personales, profesionales, afectivos…y nuestros planes individuales o grupales por ejemplo, de crecimiento humano, ideológico…
Y después de marearme con tal vaivén terminológico como si fuera una noria de feria ambulante, sostengo que los planes son, más que lícitos y posibles, defendibles. Ilusionantes: previenen y anticipan…tener un plan además supone un diseño, un trazado, una línea para seguir o no, y si nos sale curva tuerta, ya la enderezaremos.
Cumplir planes va más allá. El tiempo y las circunstancias quizá se encarguen de derribarlos con solo un soplo como si fuera un esforzado castillo de naipes.
Pero el plan, y si además tiene objetivos, es la receta idónea para el quehacer diario.

(Publicado en EL OBRERO en septiembre de 2021)

sábado, 25 de enero de 2025

Hoy he vuelto al metro...


Metro Madrid

Después de varios años sin bajar al subway, hoy me he decidido y he hecho una inmersión por el underground madrileño.

He comprobado lo fácil que es viajar con una tarjeta, que lo mismo sirve para el bus que para el metro con múltiples posibilidades de pago…y lo amable que es el personal que atiende a una sesentera, rubia y tonta como yo que ha dejado de estar en la circulación viaria durante algún tiempo.

Llevo en Madrid casi 40 años y nunca he conseguido aprenderme los números de las líneas, solo me guío por colores…gran problema si fuera daltónica.

Así que entro en la (línea) gris, la circular y ¡ojo! si la tomo en una o en otra dirección.

Observo que todo el mundo va con su móvil menos yo, que, a buen recaudo en el bolsillo con tapa y botón de mi abrigo, lo dejo quieto.

Y empiezo a mirar, sin pudor divino y con osadía humana a diestro y siniestro. Con los ojos de la cara y con los ojos de la inteligencia.

¡Qué diferentes somos los blancos y los negros, los amarillos y oliváceos…! Un gran crisol de gente, una amplia paleta polícroma, un auténtico espectro de humanos. Mascotas no encontré, pero recuerdo y me consta que haberlas haylas y suben a los vagones.

Pijas universitarias con melenas bamboleantes, universitarios flowerpower con tupés al viento, chándales y zapatillas de colorinchis, eslavos, dominicanos, vietnamitas, ecuatorianos, alemanes, angoleños y cameruneses…sí, por mi edad y mi trabajo, he llegado a diferenciar e identificar, con escaso margen de error, su origen propio y familiar. Otra cosa es que nos engañe la pupila y confundamos el ser con el nacer.

Mucha población autóctona que viaja gratis en el metro por superar los 65. Bolsas, mochilas y móviles, gran cantidad de sonidos, pitidos, conversaciones, canciones que escupen las pantallas electrónicas.

Decido usar las escaleras mecánicas: no quiero obedecer a mi hematóloga y practicar los steps subiendo a pie. Veo la zona del desfibrilador: bien, just in case.

Para volver a casa, repito, pero al revés, mi camino subterráneo y me da la sensación de que el viaje transita más rápido; paradas y más paradas…18 minutos bajo tierra mirando y mirando más.

Cejas muy depiladas: quizá siempre se han depilado mucho, pero ahora ya no hay distingos en cuidados de belleza entre unos, unas y unes. Uñas limadas y decoradas para ellos, ellas y elles.

Atuendos indefinidos que lo mismo sirven para los chicos, las chicas y les chiques.

Nuestros políticos, nuestras políticas, nuestres polítiques deberían darse un paseíto por el metro y ver con los ojos de la cara y con los ojos de la inteligencia (si les alumbra) la realidad. Que no es una, es mucha.

Quizá ya lo saben…pero faltan ganas y actitud.

martes, 21 de enero de 2025

La palabra y la fábula


La cigarra y la hormiga - fábula

La fábula es una composición literaria protagonizada principalmente por animales, de cuyas peripecias se deriva una moraleja.
Muchos han sido los famosos que han cultivado esta forma de escribir y de enseñar, lo de divertir (docere et monere dieciochesco) está por ver.
Lecciones de vida que la literatura se empecina en expresar para adoctrinar.
En la película Los lunes al sol, hay una escena memorable interpretada por Javier Bardem en la que para dormir a un niño del que cuida esa noche, lee la fábula de La cigarra y la hormiga.
Y él, hace una exégesis a modo de panegírico marxista reivindicando la alegría de vivir de la cigarra y deplorando la actitud especuladora de la hormiga, tan “hormiguita” ella.
A Esopo también se le atribuye la fábula de La rana y el escorpión muy repetida en especial por narradores orales africanos con ciertas variaciones en la elección del animalario según coordenadas geográficas.
En ambos relatos predomina la conversación sencilla, la interacción entre los personajes basada en pregunta y respuesta, un vocabulario muy simple, y la estructura sintáctica a modo de estribillo con escasos nexos y pocas subordinaciones.
La enjundia hay que descubrirla al final, en la moraleja, muy breve, un auténtico despliegue de conceptismo consistente en reconvenir al respetable -ignorante e infantil- advertirle de su estulticia e inexperiencia, so pretexto de autoridad fingida, sabia y madura.
Ahora que estamos a principios de año tan pletóricos y llenos de deseos, sería bueno psicoanalizar a cada uno de esos animalitos, tan dulces y dañinos, tan tóxicos y enmascarados, pero nunca ingenuos, e invitarles a que sigan tocando la guitarra, almacenando el grano, o cruzando la charca, pero sobre todo, dar un puntapié al escorpión, alacrán y cocodrilo para que se hundan definitivamente, sin posibilidad de picar.

jueves, 2 de enero de 2025

De juerga con Donizetti…

María Stuarda - Donizetti

Pasamos una tarde en el Teatro Real. Se representa la ópera Maria Stuarda de Donizetti, basada en el texto homónimo de Schiller.

Entre Lisette Oropesa y Aigul Akhmetshina anda el juego: Maria e Isabel respectivamente, la escocesa y la inglesa a la greña en un escenario paralítico.
Un enredo de faldas, -bueno polisones, terciopelos, pelucones, perlongas, anillacos y pedrolos- con algún lío entre los gallos del corral: Leicester, Talbot…un sinvivir de tronío y tronos, herencia territorial, amalgama de poder, dolor, sangre y patíbulo: tajo y hacha para la testa de Maria que rueda entre llantos y venganzas. Fin. Aplausos y más aplausos.
La vida misma hecha historia por aquel tiempo histórico que tantas páginas han llenado
y de tantas consecuencias hasta ahora mismo. Somos hijos de nuestro pasado.
La música del italiano me recuerda a los pasacalles de fiestas populares, a las dianas que despiertan resacas y a rondallas de tunas que rondan. Dan ganas de moverse en la silla, de abrazar al de al lado y marcarse unos vaivenes al compás de la melodía marcada por un ritmo fácil y de percusión colosal. Y un coro, espectacular.
Vamos, una pura juerga, como en las sobremesas de los txokos, que en sincera
francachela se arrancan los varones haciendo varias voces. Igual que en escena: Maria
lamentándose, Isabel enrabietada, Maria piadosa, Isabel resolutiva…a pesar del
contenido trágico y del funesto destino de la protagonista, el compositor nos regala la
alegría de su música, dicharachera y optimista. Un puro juego.
Muy buen rato, como ya he dicho en alguna ocasión: fácil y rápido. Ópera corta y
amena. Sigo confiando en que del universo caiga un meteorito y descomponga por
completo el edifico -casposo y rancio- que alberga el canto (bel) capitalino; a ver si de
una vez se alza una nueva edificación al estilo de la ópera de Cracovia o la de
Copenhague con visibilidad per tutti.
Mientras tanto, yo me encierro con Donizetti en la jaula: sonido en directo e imagen en
pantalla gigante.

A vueltas con el "edadismo"

Edadismos y microedadismos
Yo que me afano en que me vean, caigo en la trampa de los microedadismos…
Estoy acostumbrada a visibilizarme, que podríamos entenderlo como una forma de “autoamor”, es decir, si yo no me quiero, a ver quién va a quererme. Me lo he trabajado y lo sigo haciendo. Me quiero mucho, que es una forma popular de decir “no tengo abuela” o “¡¡Modesto!!, baja, que sube Pilar” y así transito en mi día a día. Como las subidas y bajadas de azúcar o de tensión arterial: en ocasiones equilibradas y en ocasiones desaforadas.
Pues bien, he comprobado que cuando irradio amor hacia mí, consigo el ajeno.
Llamémoslo actitud, apostura, presunción…conforme una va cumpliendo años, nota
ausencias, miradas inexistentes, atención huidiza y turnos de palabra esquivos…dan
ganas de gritar “¡¡oiga, que estoy aquí!!”, “y a mí… ¿cuándo me toca?”
Esta disquisición inicial me lleva al tema del fenómeno edadista (una culebrilla roja
subraya esta palabra, aunque edadismo aparece limpia de polvo y paja -señal de que la
RAE ya la incluyó en su tesoro terminológico).
Soy de las que llevo dinero en metálico (“kas”) y dinero plástico (“credicar”), por eso,
cuando veo que alguien a mi alrededor, gira la muñeca, enseña un reloj (feísimo, por
cierto) y lo posa sobre el datáfono portátil de cualquier establecimiento comercial: bar,
restaurante, tienda…me pasmo y se me escapa, sin filtro y sin maldad: “madre mía, qué
modernez”, con lo que parece que mi estulticia de rubia teñida se acentúa. Y lo profiero
en alto sea un genZ, una yaya octogenaria o una amiga sesentera como yo.
Soy consciente de que al avanzar en el almanaque anual se pierden neuronas, pero no
inteligencia ni capacidades a la velocidad de la decrepitud de las dendritas. Así que
debería darme un punto en la boca y callarme. Lo que refleja mi comentario en alto es el
reconocimiento de mi estulticia e inopia, de un complejo de inferioridad que lo quiero
hacer público por si alguien se lanza a criticar mi lerdez de persona mayor.
En el taxi, en el banco, en el súper…yo, a lo seguro: dinero contante y sonante y como
mucho, tarjeta.
Mi admiración a esos relojes de personas, que más allá de la edad, lucen pagos directos
e instantáneos.
Mi admiración a la edad…ya lo decía Góngora en sus Soledades.

domingo, 22 de diciembre de 2024

Alipori: el 22 de diciembre y el 5 de enero

 

Costumbres navideñas - lotería y reyes magos


Eso es lo que siento, mucha vergüenza ajena. No resisto la cantaleta de los niños, no resisto el bombear de números, ni las entrevistas a quienes asisten a dicho circo, ni los  reporteros buscando originalidad donde no la hay.
Alipori: así me siento…entre pudor y culpa, rubor y rabia, urticaria y ofensa…esos dos días me llevan a mi pasado infantojuvenil desde mi presente de boomer sesentera.
Recuerdo a mi madre con cuánta ilusión extendía en la mesa de la cocina lo que yo creía eran recibos y facturas…se trataba de “participaciones” que le habían regalado por la compra diaria en la carnicería o el pescatero o en el ultramarinos.
Son números del “gordo” me decía: en fin…ya se preveía el runrún televisivo o radiofónico del 22 dando la murga san Ildefonso.
Callada, yo asistía a la espera de que saliera el ansiado premio (dinero fácil y rápido que iba a solucionar muchas situaciones calamitosas) y cuando al final, la ilusión materna se desvanecía, mi madre decía: “bueno, la pedrea” y yo fabulaba con ese término: una pedrada, menos da una piedra…y seguía: “con esto, para la del niño”, en esa noche “maga”.
Callada… y enrabietada porque no tocó, nunca tocaba y nunca toca. Poca realidad y
mucho delirio. Fin.
Es el anhelo de los pobres, duros a pesetas, tapar agujeros y entrechocar de copas.
Me debato si estos juegos de azar -no creo en el acaso ni en la eventualidad- son una muestra de vulgaridad, ignorancia, pacatería…propios de “mayoras” y “señoros”.
En cualquier caso, dinero tirado. Sin más.