- M. Regalado
Mi gusto por la poesía y por jugar con las palabras, hace que este "laberinto endecasílabo" de Sor Juana Inés de la Cruz me produzca verdadera admiración y verdadera envidia.
Al margen de análisis sintácticos o consideraciones de teoría literaria -para los que no poseo formación- desde mi ignorancia del tema se me antoja toda una obra de arte y de ingenio.
Tres poemas en uno. O tres versiones en un solo poema. O quizá más, más de tres si el lector se lo propone,
para dar los años la excelentísima señora condesa de Galve
al excelentísimo señor conde, su esposo. (Léese tres veces, empezando la
lección desde el principio o desde cualesquiera de las dos órdenes de rayas.)
Amante, —caro—, dulce esposo mío,
festivo y —pronto— tus felices años
alegre —canta— sólo mi cariño,
dichoso —porque— puede celebrarlos.
Ofrendas —finas— a tu obsequio sean
amantes —señas— de fino holocausto,
al pecho —rica— mi corazón, joya,
al cuello —dulces— cadenas mis brazos.
Te enlacen —firmes,— pues mi amor no ignora,
ufano —siempre,— que son a tu agrado
voluntad —y ojos— las mejores joyas,
aceptas —solas,— las de mis halagos.
No altivas —sirvan,— no, en demostraciones
de ilustres —fiestas,— de altos aparatos,
lucidas —danzas,— célebres festines,
costosas —galas— de regios saraos.
Las cortas —muestras de— el cariño acepta,
víctimas —puras de— el afecto casto
de mi amor, —puesto— que te ofrezco, esposa
dichosa, —la que,— dueño, te consagro.
Y suple, —porque— si mi obsequio humilde
para ti, —visto,— pareciere acaso,
pido que, —cuerdo,— no aprecies la ofrenda
escasa y —corta,— sino mi cuidado.
Ansioso —quiere— con mi propia vida
fino mi —amor— acrecentar tus años
felices, —y yo— quiero; pero es una,
unida, —sola,— la que anima a entrambos.
Eterno —vive:— vive, y yo en ti viva
eterna, —para que— identificados,
parados —calmen— el amor y el tiempo
suspensos —de que— nos miren milagros.
-Juana Inés Ramírez de Asbaje-