La fábula es una composición literaria protagonizada principalmente por animales, de cuyas peripecias se deriva una moraleja.
Muchos han sido los famosos que han cultivado esta forma de escribir y de enseñar, lo de divertir (docere et monere dieciochesco) está por ver.
Lecciones de vida que la literatura se empecina en expresar para adoctrinar.
En la película Los lunes al sol, hay una escena memorable interpretada por Javier Bardem en la que para dormir a un niño del que cuida esa noche, lee la fábula de La cigarra y la hormiga.
Y él, hace una exégesis a modo de panegírico marxista reivindicando la alegría de vivir de la cigarra y deplorando la actitud especuladora de la hormiga, tan “hormiguita” ella.
A Esopo también se le atribuye la fábula de La rana y el escorpión muy repetida en especial por narradores orales africanos con ciertas variaciones en la elección del animalario según coordenadas geográficas.
En ambos relatos predomina la conversación sencilla, la interacción entre los personajes basada en pregunta y respuesta, un vocabulario muy simple, y la estructura sintáctica a modo de estribillo con escasos nexos y pocas subordinaciones.
La enjundia hay que descubrirla al final, en la moraleja, muy breve, un auténtico despliegue de conceptismo consistente en reconvenir al respetable -ignorante e infantil- advertirle de su estulticia e inexperiencia, so pretexto de autoridad fingida, sabia y madura.
Ahora que estamos a principios de año tan pletóricos y llenos de deseos, sería bueno psicoanalizar a cada uno de esos animalitos, tan dulces y dañinos, tan tóxicos y enmascarados, pero nunca ingenuos, e invitarles a que sigan tocando la guitarra, almacenando el grano, o cruzando la charca, pero sobre todo, dar un puntapié al escorpión, alacrán y cocodrilo para que se hundan definitivamente, sin posibilidad de picar.
Muchos han sido los famosos que han cultivado esta forma de escribir y de enseñar, lo de divertir (docere et monere dieciochesco) está por ver.
Lecciones de vida que la literatura se empecina en expresar para adoctrinar.
En la película Los lunes al sol, hay una escena memorable interpretada por Javier Bardem en la que para dormir a un niño del que cuida esa noche, lee la fábula de La cigarra y la hormiga.
Y él, hace una exégesis a modo de panegírico marxista reivindicando la alegría de vivir de la cigarra y deplorando la actitud especuladora de la hormiga, tan “hormiguita” ella.
A Esopo también se le atribuye la fábula de La rana y el escorpión muy repetida en especial por narradores orales africanos con ciertas variaciones en la elección del animalario según coordenadas geográficas.
En ambos relatos predomina la conversación sencilla, la interacción entre los personajes basada en pregunta y respuesta, un vocabulario muy simple, y la estructura sintáctica a modo de estribillo con escasos nexos y pocas subordinaciones.
La enjundia hay que descubrirla al final, en la moraleja, muy breve, un auténtico despliegue de conceptismo consistente en reconvenir al respetable -ignorante e infantil- advertirle de su estulticia e inexperiencia, so pretexto de autoridad fingida, sabia y madura.
Ahora que estamos a principios de año tan pletóricos y llenos de deseos, sería bueno psicoanalizar a cada uno de esos animalitos, tan dulces y dañinos, tan tóxicos y enmascarados, pero nunca ingenuos, e invitarles a que sigan tocando la guitarra, almacenando el grano, o cruzando la charca, pero sobre todo, dar un puntapié al escorpión, alacrán y cocodrilo para que se hundan definitivamente, sin posibilidad de picar.
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