sábado, 13 de diciembre de 2025

Thamar y Amnon

Portada del primer Romancero Gitano de Lorca

Basado en el texto del Antiguo Testamento (2-Samuel/13), y en romance tradicional muy difundido, Federico García Lorca cierra su “Romancero Gitano” con este romance “gitano-bíblico”.
Nadie sino él podría conjugar ambas connotaciones en un solo poema. Nadie sino él podría reflejar a la vez lo popular y lo culto -y la fatalidad que recorre todo su romancero- de esta forma cargada de simbolismos en que el poema avanza, volviéndose más y más insoportable cada vez. Deseo, violencia, destrucción.


Thamar y Amnon (fragmentos)

(…)Thamar estaba cantando
desnuda por la terraza.
Alrededor de sus pies,
cinco palomas heladas.
Amnón, delgado y concreto,
en la torre la miraba,
llenas las ingles de espuma
y oscilaciones la barba.
Su desnudo iluminado
se tendía en la terraza,
con un rumor entre dientes
de flecha recién clavada.
Amnón estaba mirando
la luna redonda y baja,
y vio en la luna los pechos
durísimos de su hermana(…)

(…)Thamar, bórrame los ojos
con tu fija madrugada.
Mis hilos de sangre tejen
volantes sobre tu falda.
Déjame tranquila, hermano.
Son tus besos en mi espalda
avispas y vientecillos
en doble enjambre de flautas(…)

(…)Ya la coge del cabello,
ya la camisa le rasga.
Corales tibios dibujan
arroyos en rubio mapa.

¡Oh, qué gritos se sentían
por encima de las casas!
Qué espesura de puñales
y túnicas desgarradas.
Por las escaleras tristes
esclavos suben y bajan.
Émbolos y muslos juegan
bajo las nubes paradas.
Alrededor de Thamar
gritan vírgenes gitanas
y otras recogen las gotas
de su flor martirizada.
Paños blancos enrojecen
en las alcobas cerradas.
Rumores de tibia aurora
pámpanos y peces cambian.

Violador enfurecido,
Amnón huye con su jaca.
Negros le dirigen flechas
en los muros y atalayas.
Y cuando los cuatro cascos
eran cuatro resonancias,
David con unas tijeras cortó
las cuerdas del arpa.

(Lee AQUÍ el poema completo)

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Llueve (Fruslerías)

 

Llueve - fotografía de un día lluvioso
Foto de roman ten en Unsplash

Llueve.

Ya llueve.

Aún llueve.

Llevo llave.

Abre.

Abro

Orbe.

Mi orbe.

Arriba.

Arribo.

Una taza de té.


(Colaboración de M. Regalado)

martes, 9 de diciembre de 2025

"Las hogueras" de Concha Alós...

                                ¡un viejo Planeta para un libro viejo!


Las Hogueras, libro de Concha Alós

He vuelto a caer… fiarse de las solapas y de la sinopsis en la contraportada, me está conduciendo a una pérdida de tiempo irremisible y a un enfado gradual. Un completo desatino el último libro que he leído.

Casi nunca incurro en el despilfarro económico con el premio Planeta (ni en tapa dura ni en formato de bolsillo); de ahí la importancia del casi, porque en esta ocasión, de bruces me he dado con un título poco prometedor pero muy atractivo el señuelo -por eso se llama cebo- del argumento: dos mujeres que intentan encontrarse a sí mismas, cada una con su pasado y su presente, vidas anodinas, planas, sin destellos de interés ni gracia. No son ni tan siquiera normales: una exmodelo extranjera, sosa, casada con un hombre mayor desvaído, y una maestra de pueblo, soltera y cabreada, con modorra vital.

Viven en una localidad cercana a la capital de Palma. La lectura, tediosa; la escritura "viejuna". No hay tema que destaque: descripciones de la taberna y sus lugareños, los incendios veraniegos, el oleaje playero, callejeo turístico… piezas desdibujadas.

Y como todo Planeta, que se precie, la cosa se resuelve con un poquito de sexo (muy matizado y más imaginado que expresivo) y el trío que no falte: amante malote, que somete a la “modeli” insatisfecha, y maestro paternalista que deja plantada a su homóloga por otra mujer, pueblerina, para más señas.

Un rollo, por previsible y tostonazo.

jueves, 4 de diciembre de 2025

Theodor Kallifatides

Una mujer a quien amar… (Me falta esa mujer)

Reseña del libro "Una mujer a quien amar"

He de reconocer que compré el libro, no por la trayectoria del longevo autor, sino por la sinopsis que aparecía en la contraportada. Muy sagaz quien redactara la misma, porque caí en la trampa.

Un libro espeso que se digiere con esfuerzo, con sensación pétrea que tal vez se deba al aire de la traducción o a la inercia paralítica de lo que acontece, que es poco y sin interés.

Esperaba que Olga, la supuesta protagonista se izara sobre los datos biográficos del escritor: una amalgama inconexa que da rienda suelta a su calentura mental desde Suecia hasta su añorada Grecia; un libro en el que su creador se justifica constantemente: por qué abandonó su país, por qué abandonó su lengua, por qué se quedó en el norte de Europa. Al final nos hace creer que encuentra un sentido a su vida, a su existencia: Olga, muerta, la mujer a quien amar, a la que no puede dejar sola en esas tierras.

El lector quizá espere más contenido del encuentro entre ella y él, más momentos vividos, hablados y compartidos entre una y otro.

Pero no hay tal ilusión.

Tira del hilo del recuerdo para hablar del vínculo con su madre, -hay algunos párrafos salvables en este sentido-, para describir a sus hermanos -pintura tediosa de ellos-, para sobrevolar su matrimonio… páginas desaprovechadas de un título que prometía y que se reduce a pensamientos deshilvanados de aquí y de allá.

Por eso, yo sigo preguntándome: ¿Dónde está Olga?

domingo, 30 de noviembre de 2025

El volcán

 (de mi poemario "Deja a la vida en paz")


Volcán

Costó entrar.

El vendaval de pasiones impedía

el camino,

pero los meandros de su memoria

allanaron la travesía.

Dormida, esperando,

ahogada en sueños, llegó la sed que calmó

con la luz.

La piel le quemaba el grito

mudo

que irrumpió de las entrañas,

insaciable

y sin quiebros.

El destino,

salvaje y turbulento,

explotó

voraz.

Se rompieron laderas y curvas,

dibujaron figuras

indescriptibles,

dolor

y aroma,

violencia

y emociones.

Estallido inaudible

que inundó la naturaleza.

Todo fuego,

todo lava.

La nada, sepultada.


miércoles, 26 de noviembre de 2025

Mirar atrás

 

(Colaboración de M. Regalado)



La mujer de Lot, convertida en estatua de sal

Al principio,
temí ser castigada cual la mujer de Lot
y sostuve al frente mi mirada.

Supe después
que mirar hacia atrás se llamaba «experiencia»
y que debía saber utilizarla al paso.

Hoy sé
que nada ocurre,
que mi piel
seguirá siendo piel y no salina,
si un día me detengo y, terca mi memoria,
me devuelve a otros tiempos,
a otras horas,
a otros cauces por los que discurría.

Y sé también
-eso es lo malo-
que para nada sirve la llamada «experiencia».
Y que puedo volver
y vuelvo y vuelvo
¡qué renovada terquedad la mía!
con el mismo entusiasmo
a errar del mismo modo.

sábado, 22 de noviembre de 2025

Viaje al centro de África:

             paseando por Maroua, donde el tiempo pierde su medida

Maroua Aeropuerto

Este texto, recuerdo de las vivencias en mi viaje docente a la Universidad de Maroua, lo publiqué en "El Obrero" en 2021. Hoy, cuatro años después, lo recupero aquí en mi blog porque sigue siendo una experiencia que vale la pena compartir.

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Bofetada de calor nada más aterrizar a mi destino: Maroua. Ruidos, bocina y motos, carreteras si asfaltar. Chilabas blancas y celestes, trajes occidentales. Y yo. Parece que en ese momento soy la única europea en la ciudad.

Hace algunos años… mi viaje a la Universidad de Maroua en Camerún a finales de septiembre y principios de octubre.

Más motos. Muchas y veloces. Propias y ajenas a modo de taxi y medio de locomoción, como si fueran minibuses porque encima de ellas se encaraman hasta cinco personas…y tan a gusto y tan cómodos. ¡Qué pericia!

Y los baches y el polvo. Gente y más gente por la calle principal y por las aledañas.

Voy con las ventanillas del coche de mi anfitrión, abiertas, y a paso de tortuga en pleno atasco de más motos, bicis y gente andando… saco el brazo para que me dé el aire. Los niños caminan a nuestro lado y me saludan “¡¡Madame, madame!!” Soy la gota de leche en medio de esta población risueña, bulliciosa, feliz y festiva.

No hay carriles ni separación en la vía transitada por una masa colorida que se dirige con calma, una no sabe bien hacia dónde. Se escucha música atronadora que escupen transistores de puestos ambulantes, con voces chillonas que mercadean yuca, plátanos…

Cosmogonía temporal. A mí me da la impresión de que los minutos se espesan, que las horas se han paralizado. El tiempo no pasa, se deja pasar, está y existe pero no tiene medida.

Me invitan a tomar la cerveza más típica, la 33. Sentados y sin prisa, una tras otra. Pasa la tarde calurosa. Algunos piden refrescos, depende de la confesión religiosa de los parroquianos que hoy me agasajan con un rato de ocio después de mis clases. ¿Un rato?

Anochece y la lamparilla de nuestra mesa nos ilumina levemente, me cuesta ver sus caras, adivino sus ojos. Continuamos al aire libre, sin tiempo.

Calor, mucho calor aquel final de septiembre y principios de octubre.

Charlas y parloteo, la palabra proferida, debajo o no del baobab, de tan larga tradición africana: hablar y hablar… Paciencia, “el destino manda”, me aseguran, “si la vida no depende de uno, ¿para qué preocuparse?” Filosofía pura en el corazón africano tan lejos de mi tierra.

Maroua me parece un desierto, muy próximo a Nigeria, limítrofe con este país tan convulso y peligroso. Se mezclan en sus parajes, planos y yermos, los colores amarillo dorado y verde pálido. Arbolitos escuálidos en las márgenes de la carretera, poca sombra prometen a escasas cabras raquíticas.

Casas en Maroua
Colinas y chozas, casas muy sencillas y niños jugando en las calles. Más chilabas; las mujeres, bellísimas, lucen tocados y visten, elegantes, trajes de tejidos coloridos, ataviadas con habilidad y con sus bebés ajustados a la espalda, caminan regias y con prestancia.

Amabilidad a raudales, cercanía, apretujones en el mercado, me aturullo con tanto hableteo, tanta cháchara: todos se deshacen en sonrisas, mezcla de olores y aromas indescifrables para el olfato occidental; cerca la mezquita y la fiesta del sacrificio del cordero. Me cubro la cabeza y me ubican en la explanada separada del lugar asignado para los varones que ocupan espacios delanteros. Sí, la única europea en un país al que nuestros misioneros y monjas iban a catequizar…

Conforme pasan los días ya no percibo la coloración epidérmica. Han conseguido que me sienta una más, la profesora que va a impartir unas lecciones de español.

Los días comienzan con temperaturas apacibles y viento suave hasta que al mediodía se arranca un tormentón tropical que bambolea peligrosamente las ramas de los árboles. El tiempo sigue dilatándose…

Se va la luz. Sistema eléctrico, out of service. “No pasa nada”, me dicen, “comme d’habitude”. Esperamos y dentro de un rato vuelve la luz y con ella la energía artificial porque la solar pega de lo lindo. La arena de las calles ha sorbido con fruición la lluvia torrencial de hace unos minutos.

Abanico, gafas y fular, sombrero… no hay duda, no soy de Maroua, muy foránea.

Lo que siempre hemos visto en imágenes y en visitas tridimensionales tras la pantalla, ahora lo perciben mis sentidos. Estoy ahí en medio de ese mapa tranquilo y quieto a pesar del movimiento urbano. No advierto prisa. De nuevo el tiempo se ensancha tanto que llega a desaparecer. Para mí es un mundo inhóspito, exótico por lo diferente y desconocido.

Pruebo la “soya” y aprendo a comer con la mano ese plato típico envuelto en papel. Me cuesta, pero me fijo en cómo lo hacen quienes me rodean. Y siempre la 33. Toque de queda a las 8 para las motos y a las 9 para los coches. Ni entrar ni salir de la ciudad. Se oye a lo lejos rezar, la voz que llama a la oración… Silencio en la ciudad. A mí me pilla un día en un bar, otro en el hotel, siempre vigilada por policías apostados a la entrada, no son tiempos para andarse con tonterías: Boko Haram, al acecho.

Aula de español en Maroua
Estudiantes y profesores me miran curiosos con sus ojos esféricos, tan vivos y tan parlantes, gestos y más gestos, palmoteo y revuelo de ropajes. Reverencia y admiración. Me espachurran las falanges cuando me saludan sonriendo y… cuchichean sin disimulo.

Son entusiastas, agradecidos, tienen la ilusión de salir de su ciudad, de su país y viajar a España que les atrae como los cantos de las sirenas. Tertulieo y más descanso. Compartir sus ansias de futuro, sus conversaciones más personales: siempre con la mirada puesta en el continente europeo.

Y más calor, polvo y gente. Mucha animación.

Resulta que en mi burbuja “intelectual” soy la única autoridad, indiscutible para ellos. Mantienen una actitud de casi servilismo y sumisión. Un respeto acendrado que me impresiona y una distancia en el aula que me asombra.

Poseen unos profundos y sólidos conocimientos de lengua y literatura. Yo he ido para sacudirles un poco el estilo libresco en sus conversaciones, relajar el idioma que están aprendiendo y hacerlo más familiar, sin ir pegado a lo literario.

Delgadísimos y muy oscuros. Me han enseñado las distintas tonalidades del negro con una naturalidad apabullante, como no podía ser de otra manera. Otros mundos otros parámetros. Otra cultura. Ya no siento el paso del tiempo. Me ha atrapado y ahí estoy.

martes, 18 de noviembre de 2025

Laberinto endecasílabo

 - M. Regalado


Lsberinto endecasílabo de Sor Juana Inés de la Cruz

Mi gusto por la poesía y por jugar con las palabras, hace que este "laberinto endecasílabo" de Sor Juana Inés de la Cruz me produzca verdadera admiración y verdadera envidia. 

Al margen de análisis sintácticos o consideraciones de teoría literaria -para los que no poseo formación- desde mi ignorancia del tema se me antoja toda una obra de arte y de ingenio.

Tres poemas en uno. O tres versiones en un solo poema. O quizá más, más de tres si el lector se lo propone,

Laberinto endecasílabo

para dar los años la excelentísima señora condesa de Galve al excelentísimo señor conde, su esposo. (Léese tres veces, empezando la lección desde el principio o desde cualesquiera de las dos órdenes de rayas.)


Amante, —caro—, dulce esposo mío,

festivo y —pronto— tus felices años

alegre —canta— sólo mi cariño,

dichoso —porque— puede celebrarlos.

Ofrendas —finas— a tu obsequio sean

amantes —señas— de fino holocausto,

al pecho —rica— mi corazón, joya,

al cuello —dulces— cadenas mis brazos.

Te enlacen —firmes,— pues mi amor no ignora,

ufano —siempre,— que son a tu agrado

voluntad —y ojos— las mejores joyas,

aceptas —solas,— las de mis halagos.

No altivas —sirvan,— no, en demostraciones

de ilustres —fiestas,— de altos aparatos,

lucidas —danzas,— célebres festines,

costosas —galas— de regios saraos.

Las cortas —muestras de— el cariño acepta,

víctimas —puras de— el afecto casto

de mi amor, —puesto— que te ofrezco, esposa

dichosa, —la que,— dueño, te consagro.

Y suple, —porque— si mi obsequio humilde

para ti, —visto,— pareciere acaso,

pido que, —cuerdo,— no aprecies la ofrenda

escasa y —corta,— sino mi cuidado.

Ansioso —quiere— con mi propia vida

fino mi —amor— acrecentar tus años

felices, —y yo— quiero; pero es una,

unida, —sola,— la que anima a entrambos.

Eterno —vive:— vive, y yo en ti viva

eterna, —para que— identificados,

parados —calmen— el amor y el tiempo

suspensos —de que— nos miren milagros.

-Juana Inés Ramírez de Asbaje-

viernes, 14 de noviembre de 2025

Agua Viva

 La ausencia de estilo en una escritora de intensas sensaciones: 

Clarice Lispector

Libro de Clarice Lispector: Agua Viva

Este artículo fue originalmente publicado por mi en otra plataforma; esta versión contiene un añadido personal, una mirada ampliada con la reseña de este título suyo.

La variada producción literaria de Clarice Lispector la convierten en una de las mejores escritoras del siglo XX.

Viajes, dolores físicos y mentales, traumas afectivos, amistad, hijos y filosofía: contenido matérico de sus novelas, cuentos y poemas

Nacida Chaya Pinjasovna en Ucrania (1920) y de origen judío, tras pasar por Moldavia y Rumania de muy niña, llegó con su familia a Brasil: allí aportuguesará su nombre y será conocida por Clarice Lispector. Afincada en Río de Janeiro, se aficiona a lecturas de Eça de Queirós, Jorge Amado y Dostoievski. Colabora en periódicos y revistas y publica Cerca del corazón salvaje, por la que recibió el premio Graça Aranha.

Vida de mudanzas y trashumante siguiendo a su esposo diplomático por el que abandonará amigos y familia y del que al final acabará separándose, conoció Nápoles, Inglaterra, París, Berna...viajes y publicaciones, cartas y novelas. Añora su ciudad brasileña a la que regresa para retomar su actividad periodística bajo el seudónimo de Tereza Quadros. 

Madre de dos hijos y traductora de su propia obra a diferentes lenguas. Mujer decidida a vivir independiente, colaboró con diferentes medios para conseguir dinero suficiente y forjarse su propia subsistencia. 

Sufrió un contratiempo que la marcará de por vida: un cigarrillo encendido mientras dormía provocó un incendio en su habitación y le ocasionó importantes quemaduras por una gran parte de su cuerpo; meses de ingreso en el hospital y su mano derecha casi inmóvil para siempre. A partir de este episodio, su estado de ánimo reflejará las marcas tanto físicas como psíquicas: comienza una rueda de continuas y profundas depresiones.

Gracias al dominio del portugués, inglés, francés y español, así como a la fluidez del yidis y hebreo y conocimientos del ruso, realizará numerosas traducciones y adaptaciones de obras extranjeras, muy reconocidas internacionalmente. Consiguió atesorar una gran biblioteca personal.

Algunos de sus títulos destacados: Lazos de familia, La manzana en la oscuridad, La pasión según G.H.y La hora de la estrella, entre otros. Murió de un cáncer a los 56 años.

Algo sobre su obra Agua Viva

Al leer sus páginas, no sabemos si son memorias, desvaríos, ensoñaciones, escupitajos del alma, reflexiones de duermevela, prosa o poesía.

Se vacía intensamente para compartir intimidades, sufrimientos, anhelos, realidad lacerante y complejidades particulares. Describe emociones hasta fingirlas y creérselas con una lengua muy aguda y reflexiva. Y no sabemos a qué “tú” van dirigidos sus párrafos, sus secuencias, frases y expresiones de distinta extensión y variado contenido.

El juego de espejos entre ella misma y ese alguien que quizá reciba estas epístolas, o no.

La obsesión por el instante, por su nacer hasta comerse la placenta y por la muerte que desea recibirla con alegría en un reto al ser Supremo.

Caos espiritual, mente errática que salta de lo concreto al concepto más abstracto, de los objetos cotidianos a la filosofía más profunda. Una maraña de entresijos difíciles de disolver y mucho menos resolver. El lector acude impávido y sorprendido sin posibilidad de reaccionar ante la sucesión de fotogramas que desfilan agudamente y pinchando la conciencia.

Dan ganas de abandonar la lectura y de retomarla en mejor ocasión.

Podemos o no decidir cómo leer esa prosa lírica o esos versos prosaicos.

Ha conseguido que nos impliquemos y que seamos capaces de esquivar los dardos que asaetean.

Descubrimos destellos clásicos y modernos, muchas lecturas y muchas referencias tejidas a su medida.

A veces intensa, a veces plomiza, reiterativa y escueta, prolija y sintética: un caleidoscopio difícil de desenhebrar.

Mucho yo, y mucho nosotros, alteridad ignota que solo quizá ella conozca. Pronombres, fauna y flora, fenomenología y religión, cuerpo y espectro.

Feminista, inagotable, laberíntica, atorbellinada y extrema; lineal y circular. Nos deja al borde de un precipicio inquietante: su propio abismo interior, tan perturbador.

Sin estilo, sin estructura, con intención e intencionalidad.

No sé si recomendarla. A mí me ha aturdido y a pesar de su valía literaria, no me ha interesado mucho.

- Pilar Úcar

(También puede interesarte: "Les gratitudes" de Delphine de Vigan)

lunes, 10 de noviembre de 2025

Cumpleblog, cumplePalabradas

 

Primer cumpleaños del blog de Pilar Úcar

Un año ya desde el arranque de este blog. Un año de Palabradas y los que nos quedan. 

Esta fecha es una efeméride que celebra doce meses de existencia activa, de realidad presente en la red para quienes consultan, critican, visitan y pasean por sus pestañas, pinchan solapas, columnas, revisan márgenes, bichean fotos y oyen audios; rastrean artículos y leen. Siempre la lectura en cualquiera de sus formas: fungible y telemática. 

Palabradas nació por obra y gracia de Marce, amiga de antaño y amiga hoy. 

A ella le debo que siga respirando este blog. Ella es la auténtica artífice de su actividad y pervivencia.

Por eso, en este momento, las palabras, sobran.

A ella van dedicadas las mías llenas de gratitud por su generosidad y su inteligencia, por su tiempo y por tanto.

Querida Marce: ¡¡larga vida a Palabradas!! Siempre.

- Pilar Úcar


Con tu permiso, Pilar, me uno a la celebración, ¡claro! 
Y agradeciendo la extraordinaria generosidad de tus palabras, me permito apostillar: ¿qué sería un continente sin su contenido? ¡un mero recipiente vacío! 
"Palabradas-blog" es su contenido, ese que tu creatividad alimenta. Mantener el recipiente en forma es una labor de la que disfruto.
Si,  ¡¡larga vida a Palabradas!! 


miércoles, 5 de noviembre de 2025

Danza koi

 

Danza koi. Óleo sobre lienzo obra de la pintora Jimena Bravo
"Danza koi" de Jimena Bravo

Hoy, la firma invitada de una joven pintora de 16 años. 

Jimena Bravo Regalado nos presenta esta su pintura al óleo de dos peces koi nadando en un fondo azul profundo que sugiere movimiento y armonía, remolinos y líneas fluidas que evocan corrientes de agua. Trazos llenos de dinamismo y energía casi espiritual (a mí me recuerda a la representación gráfica del yin y el yang).

Un conjunto atractivo, equilibrado y simbólico.

Jimena demuestra en esta pieza seguridad en el trazo y en el uso del color, así como dominio del contraste cromático, degradados y proporciones. El agua es uno de los elementos más difíciles de pintar, pues requiere sugerir movimiento y transparencia. Y Jimena lo ha logrado con soltura.

Enhorabuena, Jimena. Gracias por este regalo y por permitirnos que este blog se adorne con él.

Esperamos seguir disfrutando con tus próximas obras.

sábado, 1 de noviembre de 2025

Mil cosas

Mil cosas

Leo con ganas este libro de Juan Tallón después de revisar en diagonal la sinopsis (siempre excesivas y desparramadas) de la contraportada. Anagrama es lo que tiene: cuenta de manera exhaustiva qué va a encontrar el público lector.

Se lleva lo coral, sea a voces de grupo musical o en forma de dúo como es el caso: Travis y Anne, pareja moderna de profesionales y padres de un niño, comparten en estas escasas 155 páginas el trajín de la víspera de sus vacaciones veraniegas, y con ellos asistimos a una canícula urbanita atosigante (real y metafórica).

Él cuenta sus peripecias en forma de soliloquio agónico, de conversaciones con sus colegas en la revista de la que es subdirector y ella le da al monólogo salpicado de comentarios interrumpidos constantemente, propios de una mujer multitask.

Atrapa desde el principio y continúa sin decaer el ritmo, hasta el desmayo final: petrificados, sentimos la necesidad acuciante de volver al inicio del libro porque algo se nos ha escapado, algo se ha perdido en el batiburrillo de esa jornada cuyo ¿desenlace? pretende echar la vista atrás o pedir al autor, que, por favor, escriba la continuación y no nos deje así.