Ahora se han producido unas mutaciones, y en la última entrega de Michael Crichton, aparecen unos engendros mezcla de avatares, gremlins y godzilla.
La ambición capitalista para comercializar un fármaco contra las cardiopatías irrumpe en un paraíso idílico. La venganza de los monstruos no se hace esperar: tragan a unos y despedazan a otros; sorpresa va y susto viene.
Al final, se
impone el orden en un “mundo” Jurásico donde se lucha por la salvación
de la humanidad; un poco de populismo, gotas de moralina norteamericana,
efectos especiales a cascoporro, diálogos con ciertas ínfulas de trascendencia,
final feliz y todos a casa… tan contentos.
Aquel
Tiburón que (nos) aterrorizaba en 1975, ha vuelto…animal y hombre por la
supervivencia. Ha comenzado el verano: pistoletazo de salida para los estrenos
estivales en las salas de cine refrigeradas.
Seguro
que hay quien al leer esta breve reseña encuentra vestigios de la actualidad
sociopolítica allá donde se encuentre vacacionando.
¡Prevenidos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias!
ResponderEliminarLa veré