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Relacionado con la diversión encontramos contentar, gozar, regocijarse.
Abanicos aparte, escucho en la televisión:
“Solo volveré al baloncesto cuando sepa y esté seguro de que me voy a
divertir”; mi pasmo se refleja en mi cara y en el mutismo inicial para
reaccionar enfurecida: si te dedicas al baloncesto profesional, es decir, por
el que percibes un salario, es tu trabajo; dudo que muchos de los profesores y
profesoras vayamos a las aulas a divertirnos; más bien, al contrario, las
dejamos con la tranquilidad de un descanso merecido, de una diversión que vamos
a elegir voluntaria y personalmente, la que sea: leer, escuchar música, ir de
senderismo, viajar o tumbarse a la bartola en el sofá de casa.
Recuerdo una película de hace muchos años: Cómo ser mujer y no morir en el intento (1991) en la que Carmen Maura, protagonista, reivindica su trabajo como periodista a su jefe porque ella trabaja por dinero, como todo el mundo; hay que pagar facturas, abono de transporte, entradas al parque de atracciones, luz y gas, por ejemplo.
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| Imagen creada con IA |
Seguro que hay muchas personas a
las que les gusta su trabajo; cuidado, insisto, su trabajo, no hablo de
trabajar, que puede coincidir, claro está; pero el trabajo es un útil, una
herramienta y un medio de vida no una diversión en sí mismo.
Ocurre que, desde hace unos años,
la obsesión del “disfruta con lo que haces, diviértete” supone una carga
estresante porque se parte del error primigenio: el trabajo, divierte. ¡No! Y
otra gran frase: el trabajo, dignifica ¡No!
Admito que existen situaciones en
las que se da la posibilidad de trabajar en lo que a uno le gusta o para lo que
se ha preparado…pero no es ni lo común ni lo normal.
La generación Z lo tiene muy
claro: anteponen su tiempo frente al de otros, sus jefes. Trabajan en aquello
que les procura cubrir sus necesidades, sin falsas lealtades ni diversiones
ficticias. Me pagas por mi trabajo, que no es ocio ni diversión. Y punch (sic).
¡¡Cuánto tenemos que aprender los cincuenteros y sesenteros de ellos!!
El trabajo compromete, exige una
implicación, hay que cumplir porque se contrae una obligación por contrato sea
de carácter deportivo, musical, docente o sanitario…
La diversión, no. Se trata del
tiempo libre de una persona, de un cese de actividad laboral.
Que no nos vendan milongas: hay
que trabajar para vivir, pero no trabajar para divertirse.



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