sábado, 28 de diciembre de 2024

L’autre fille de Annie Ernaux


Hace mucho tiempo que descubrí a Annie Ernaux: me la presentó una amiga librera y desde entonces la sigo, la leo y disfruto con sus libros.
La carta que le escribe a su hermana muerta Ginette, me deja temblando, como en todos y cada uno de sus relatos. Y no sé si tiemblo de emoción, de sentir una vez más que algo de lo que leo supone un déjà vu o por el placer estético de sus palabras.
Abrir un libro de la Nobel significa desgranar algo de sí misma, de sus entretelas anímicas…y siempre conmueve: entre filosofía e intimismo, ficción biográfica o biografía novelada, realidad hiriente y heridas personales, que en muchas ocasiones cobran el cariz de universales. Y todo ello con un lenguaje sin alambicamientos ni florituras, descarnado y a flor de piel.
Ginette ha muerto a los seis años de difteria y su hermana, la autora, nacida dos años después, descubre un domingo de verano que tiene, ha tenido una hermana.
Escucha accidentalmente el relato a sus padres (matrimonio convulso y atormentado) que hablan sobre la desgracia de una muerte incomprensible y trágica.
A partir de ese momento, Annie Ernaux se desdobla, se mira al espejo y parece no
encontrarse. El secreto está guardado bajo muchas llaves familiares, en un silencio
plúmbeo que arrastra a la autora a mantener una conversación con su otro yo. Fotos, recuerdos inexistentes, imágenes febriles, culpa y dolor…comienza el camino de su propia expiación (como en tantos otros de sus títulos).
Y envuelve al lector en una marabunta de sensaciones, indescriptibles o no tanto, con un fuerte asidero en la tierra, en sus raíces: un torbellino sentimental del que la autora nos hace partícipes sin escamotear detalle; imposible experimentar lo ajeno ni distanciarse del cuadro que, en menos de 90 páginas, sacude conciencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario