En nuestra correspondencia cada vez que él me dice: “hoy toca día de garabullos” creo entender jornada de trajín, ajetreo, líos, movidas, caos, acción trepidante, un sindiós (qué gran término leí en Farruquiño de Torrente Ballester), un sinvivir, un no parar…vaya, lo que vienen siendo estas jornadas vacacionales en las que se celebra la Navidad (con mayúscula para la mayoría) y todos los festejos del almanaque ad hoc.
Mensajes a cascoporro, contestados y dejados en visto, llamadas por teléfono a la antigua (para algunos, fundamental oír la voz), cantaleta social de villancico, espumillón y bolas brillibrilli, enfados y empujones, atascos, olvidos y recuerdos, comer y beber (o hacer como si…) chinchin, olores de horno, aromas de perfumes caros (o a granel), el tiempo justo, cuántos seremos, ¡vaya!, seguro que sí, luego, ya veremos, mejor, ¡venga!, atiborrados (o no) …
A mí las navidades (con minúscula) no me gustan.
Pero, para el resto…¡Feliz Navidad!
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