Eso es lo que siento, mucha vergüenza ajena. No resisto la cantaleta de los niños, no resisto el bombear de números, ni las entrevistas a quienes asisten a dicho circo, ni los reporteros buscando originalidad donde no la hay.
Alipori: así me siento…entre pudor y culpa, rubor y rabia, urticaria y ofensa…esos dos días me llevan a mi pasado infantojuvenil desde mi presente de boomer sesentera.
Recuerdo a mi madre con cuánta ilusión extendía en la mesa de la cocina lo que yo creía eran recibos y facturas…se trataba de “participaciones” que le habían regalado por la compra diaria en la carnicería o el pescatero o en el ultramarinos.
Son números del “gordo” me decía: en fin…ya se preveía el runrún televisivo o radiofónico del 22 dando la murga san Ildefonso.
Callada, yo asistía a la espera de que saliera el ansiado premio (dinero fácil y rápido que iba a solucionar muchas situaciones calamitosas) y cuando al final, la ilusión materna se desvanecía, mi madre decía: “bueno, la pedrea” y yo fabulaba con ese término: una pedrada, menos da una piedra…y seguía: “con esto, para la del niño”, en esa noche “maga”.
Callada… y enrabietada porque no tocó, nunca tocaba y nunca toca. Poca realidad y
mucho delirio. Fin.
Es el anhelo de los pobres, duros a pesetas, tapar agujeros y entrechocar de copas.
Me debato si estos juegos de azar -no creo en el acaso ni en la eventualidad- son una muestra de vulgaridad, ignorancia, pacatería…propios de “mayoras” y “señoros”.
En cualquier caso, dinero tirado. Sin más.
Alipori: así me siento…entre pudor y culpa, rubor y rabia, urticaria y ofensa…esos dos días me llevan a mi pasado infantojuvenil desde mi presente de boomer sesentera.
Recuerdo a mi madre con cuánta ilusión extendía en la mesa de la cocina lo que yo creía eran recibos y facturas…se trataba de “participaciones” que le habían regalado por la compra diaria en la carnicería o el pescatero o en el ultramarinos.
Son números del “gordo” me decía: en fin…ya se preveía el runrún televisivo o radiofónico del 22 dando la murga san Ildefonso.
Callada, yo asistía a la espera de que saliera el ansiado premio (dinero fácil y rápido que iba a solucionar muchas situaciones calamitosas) y cuando al final, la ilusión materna se desvanecía, mi madre decía: “bueno, la pedrea” y yo fabulaba con ese término: una pedrada, menos da una piedra…y seguía: “con esto, para la del niño”, en esa noche “maga”.
Callada… y enrabietada porque no tocó, nunca tocaba y nunca toca. Poca realidad y
mucho delirio. Fin.
Es el anhelo de los pobres, duros a pesetas, tapar agujeros y entrechocar de copas.
Me debato si estos juegos de azar -no creo en el acaso ni en la eventualidad- son una muestra de vulgaridad, ignorancia, pacatería…propios de “mayoras” y “señoros”.
En cualquier caso, dinero tirado. Sin más.
Leo su artículo casi con regocijo, casi con ternura, casi con acuerdo total... hasta que llego al rosario final en el que se ensartan cinco o seis "perlas" un tanto radicales para mi punto de vista. Lo que, desde luego, no resta un ápice a esas mis impresiones iniciales.
ResponderEliminarSin estar del todo en desacuerdo, yo lo que encuentro es pelin exagerado tildar de "vulgares, ignorantes y pacatos" a prácticamente los españolitos todos.
ResponderEliminarSaludos!